domingo, diciembre 07, 2008


Si usamos la inteligencia dejaremos de ser gobernados por imbéciles.

Un amigo me envía una secuencia esclarecedora de noticias extraídas de diferentes diarios, destaco los datos salientes:

  • " desaparecen millones de pesos... personajes no pueden explicar su fortuna... Estado, subsidios, obras sociales, sindicatos, fronteras, funcionarios identificados, medicamentos truchos, 400 causas en diferentes juzgados"
  • "presiones al fiscal... empapelar al magistrado activo con denuncias y demorarle los trámites..", " detras de cada hecho.... un funcionario corrupto... no hay condenas ... reina la impunidad."
  • "La Villa 31 es tierra de nadie... no hay una voz de mando". Desde la propia villa denunciaron la existencia de punteros politicos y las amenazas de quitar planes sociales a quienes no acudieran al piquete. ¿Quien es quien en esa guerra por captar voluntades".
  • "El menor buscado cayó aprehendido por los vecinos"

Despojados de todo, la libertad reemplaza al miedo y

los sometidos no responden al control político.

El Poder está cambiando de manos. Necesitan ocultarlo.

Ya no alcanza con controlar los medios de comunicación. La palabra vuela.

La estrategia se repite:

  1. convencernos de que somos imbéciles
  2. recurrir al caos.

Y empieza a explicarse tanta decisión incomprensible.

Si el pueblo se entera, están irremediablemente perdidos.

La verdad es que ... el PODER no se sostiene con el dinero.

El PODER en manos de delincuentes, se sostiene con la MENTIRA.

¿Qué estamos esperando para salir de este infierno?

Adriana Guanzetti

Con corrupción no hay República
Como argentina, deseo vivir en un sistema plenamente democrático, con diputados y senadores, intendentes y gobernadores, representativos de la ciudadanía y no, burócratas calculadores y esclavos de sus privilegios.
Ver fantasmas donde no los hay, resulta funcional a la inoperancia y malversación de fondos públicos. El Poder Judicial ausente me avergüenza. Causas flagrantes durmiendo en cajones olvidados me hacen pensar en lo costoso e inmoral del “Plan Justicia Cero”.
La siembra de confusión constante para dividir, unido al hecho de que el combustible de la corrupción es el dinero, me convence cada día más de la necesidad que exijamos cuentas claras, simples y accesibles a todos y cada uno de los argentinos. Si se ponen trabas, si se oculta, es porque no puede mostrarse.
Creo que, si como sociedad seguimos conviviendo con la corrupción, como si se tratara de un mal inevitable, no llegaremos nunca a vivir en una República, algo por otra parte razonable, porque tampoco la mereceríamos.
Adriana Guanzetti